Triatlón Querétaro 16

lunes, 3 de noviembre de 2014

Running Retro

Dicen por ahí que en este mundo lo único seguro es el cambio. Y es verdad.
Todo cambia, para bien o para mal, pero todo va cambiando. Algunos cambios toman años, otros décadas y otros siglos o milenios, aunque también hay cambios intempestivos. Y esto del Running por supuesto que no iba a ser la excepción a la Ley.

Ha habido cambios importantes en este deporte y estilo de vida. Los más han tenido lugar en las formas, porque el fondo es difícil o imposible de cambiar. Correr es una actividad perfecta, por más que los vendedores de humo traten de introducir conceptos rebuscados y contranatura para vender más Nikes o Asics o Sauconys, o bien, para tratar de captar más suscripciones a sus programas de entrenamiento en línea pagados o para justificar sesudas investigaciones doctorales que no hacen sino contribuir a la confusión mercadológica artificialmente creada que rodea el Running. La realidad es que no hay en este simple ejercicio de alternadamente poner un pie delante del otro, mucho que cambiar. El fondo del asunto prevalece intacto. Es tal la maravilla de esta actividad.


Pero lo que sí ha cambiado y a ritmo exponencial, es la forma en la que vivimos nuestra actividad, hoy pomposamente rebautizada como "El Running" y en esta entrada intentaré narrar algunos de los cambios que he visto a partir del ya muy lejano 1983, año en que me inicié como corredor. No intento criticar ni escribo para denostar nada. Es un hecho que mucho de lo que ha cambiado ha sido para mejor. Tampoco puedo negar que yo mismo me he embarcado en esta ola y que en buena medida, estos cambios han contribuido para mantener y exacerbar mi interés en el Running en estos 31 años.


Hoy se dice que corremos contra nosotros mismos. No se trata de vencer a nadie sino de mejorar o superar nuestros tiempos o nuestros objetivos. Hipócrita o genuinamente nos convencemos de que no se trata de vencer a nuestro compañero de entrenamiento o a nuestro rival del gym, pero cuando logramos entrar a la meta primero que él, gozamos intensamente, mucho más intensamente que cuando logramos un RP.
En aquellos lejanos 80's se competía principalmente contra el rival. Las marcas personales eran importantes, pero lo más era ganarle al rival, subirse al podio, obtener el trofeo. Claro que había corredores "recreativos", pero eran la excepción. La mayoría teníamos posibilidades de competir dignamente por el podio y lo hacíamos. La hoy tan simpática y odiada pregunta de "¿en qué lugar quedaste?", era auténticamente temida por los corredores. Cuando el resultado había sido malo, más valía salir de la meta directo a casa, sin encarar a los amigos preguntones.

Hoy es más importante el style de las mallas de lycra o la fluorescencia de los tenis, que la carrera misma. Hace 2 o 3 décadas había en México solo una marca decente de tenis para correr: Los Adidas Marathon. Eran durísimos, la suela resbalosa y con poca o ninguna amortiguación y se usaban para asfalto, para pista (de tierra o arcilla, pues el tartán era un lujo sumamente escaso), o para cualquier otra superficie, pero las quejas por la fasciitis o la periostitis eran las mismas que hoy. No más, no menos. Los pronadores eran una especie desconocida y los supinadores otro eslabón perdido y no por ello había legiones de corredores lesionados, como nos sentencian los "expertos" si no usamos las zapatillas adecuadas a tu tipo de pisada, peso, ritmo, tipo de carrera, estado de ánimo, etc., etc. Los que teníamos unos Adidas Marathon éramos privilegiados, pero las zapatillas super ligeras, de piel, con solo dos tiras azul y roja y no tres, como los Adidas, eran lo más generalizado; su suela de baqueta no tenía más de dos milímetros de espesor y el talón tal vez otros dos. Nadie se complicaba la vida decidiendo cuánto drop era el ideal para su tipo de zancada. Tampoco había opción de escoger ni de publicar en Facebook el modelo de tenis seleccionado para correr el próximo Maratón y en aquellos tiempos de control de cambios e importaciones prohibidas, el que tenía unos Nike era tal vez corredor de élite.


En los años 80's no había GPS. Los Garmin y los Suunto no estaban todavía ni en los sueños más mariguanos de los científicos del MIT o de la NASA. Las distancias se medían con el odómetro del auto, si eran en ruta, o por vueltas a la pista. De modo que los ritmos de carrera siempre se corrían relativamente al feeling. Y digo relativamente, porque el competidor del frente era la referencia. Tratabas de aguantar el ritmo o superarlo, si podías. Y si no... bye, bye, Balboni. De modo que los Garmin no existían, pero ni quién los necesitara. Porque además se entrenaba en la pista, en grupo y corriendo como con el demonio adentro. Aquello de "easy run" no existía. Se entrenaba siempre a morir y con la filosofía de moda: "No Pain, No Gain". El cronómetro era solo testigo fugaz en cada vuelta, pues no había ni forma de registrar o grabar los tiempos, a menos que la bestia que tenías por entrenador se dignara anotar y gritar los parciales de vez en cuando. Hoy, si llegaras a olvidar el Garmin para un Maratón, sería una verdadera tragedia. No habría para muchos forma de establecer un ritmo adecuado y morirían de tristeza al no poder compartir la actividad completa y con mapa en el "Face" o en el "Garminconnect".


La inscripción a un Maratón o a una carrera importante era muy sencilla. Llegabas el sábado previo, siempre y cuando no fueran todavía las 8 o 9 de la noche y te entregaban tu paquete del corredor inmediatamente. Nada de inscribirse, como ahora, 4 o 6 meses antes por internet; hoy día casi es necesario hipotecar tu alma al diablo para conseguir un lugar en los más prestigiosos Maratones. ¿Y todo para qué? ¡para que al final, un montón de bandidos se acaben el abastecimiento!
Pero en las carreras de hace 2 o 3 décadas siempre había lugares disponibles, aún para los que llegaban de otras ciudades a inscribirse a última hora. Las muy caras costaban tal vez el equivalente a $8 dólares o menos, pero las de bajo perfil, que se corrían todos los sábados o domingos, costaban menos de $1 dólar. ¡Y con camiseta incluida!
Los números eran impresos con serigrafía, generalmente en papel simple o en manta y no había números personalizados ni con tanta publicidad. En muchas competencias los entregaban minutos antes del disparo de salida.

Un día antes del entrenamiento de gran fondo había que ir a la ruta planeada a "sembrar" el abastecimiento. Bolsas de agua simple cada 5 kilómetros o cada 10, según la distancia total planeada. No había Gatorade, por lo menos no en México. Mucho menos Gel con o sin cafeína, ni Sport Beans ni Gu Chomps ni nada por el estilo. Los más tecnificados, preparábamos una especie de limonada semi-salada, preparada en agua mineral y con una pizca de azúcar, que hacía las veces de isotónico y que funcionaba aceptablemente. En los Maratones, el abasto consistía exclusivamente de agua simple. Cientos de "bolis" eran repartidos entre los participantes y eran mucho más fáciles de consumir que los líquidos que hoy reparten en vasos de cartón.

Años atrás lo importante era el "Running" y nada más. Hoy, el culto al cuerpo y a la imagen son lo esencial y el consumismo se ha apoderado de nuestras mentes "runneriles" y ha cambiado nuestras prioridades. Tal vez sea mejor así, no lo se. Cada cabeza es un mundo y cada quién tiene sus motivadores. Lo que es un hecho es que hoy el "Running" está más vivo que nunca. Jamás se habían visto las cantidades de corredores en un Maratón, como por ejemplo los 50,000 que corrieron en Nueva York el pasado fin de semana. Eso tal vez es señal de que la forma en que los corredores asumimos nuestra afición hoy día es mucho mejor para nuestro deporte que lo que era hace años. O bien, que los medios de todos tipos, al servicio del deporte, han logrado una penetración tan intensa en la población, que ha impulsado de esta manera el gusto por correr. ¡Enhorabuena!

1 comentario:

  1. Buen post amigo, conocer de donde venimos nos hace disfrutar mas del momento presente. Saludos.

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